jueves, 1 de septiembre de 2016

El ciclo.


      

   




Nacer, reír... Subir, bajar... Entrar, salir... Correr, parar... Vivir, soñar... Odiar, amar... Gritar, callar... Pensar, actuar... Llorar, cantar... Madurar, observar... Saltar, caer... Bailar, besar... Tocar, viajar... Leer, aplaudir... Sentir, morir... 

¡C'est la vie!




viernes, 26 de agosto de 2016

A través del miedo.



A pesar de ser una persona activa en las redes sociales, ávida de información, fan declarada del costumbrismo, el lenguaje escrito y la necesidad de compartir, nunca suelo publicar la ubicación en la que me encuentro en ese mismo instante, así me procuro un tanto de seguridad. Sin duda, es a veces imposible, ya sea porque te etiquetan en una foto bailando en las fiestas del pueblo de tu amiga (no te lo perdonaré jamás Ana) o porque con la emoción del directo cuelgas la foto del concierto de tu vida. Aún así, intento cuidarme y digo bien, cuidarme mucho de no hacerlo. Si quiero compartir algo lo hago cuando ya estoy en otro lugar. Por ejemplo, si voy a Yakitori pondré las fotos cuando esté tomando algo en malasaña y las de malasaña cuando esté volviendo a casa.  
Qué ha pasado en Pamplona? 17 detenciones por agresiones sexuales, 11 por abusos y seis por violación. Cinco seres de entre 25 y 28 años han violado a una joven de 19. Siento vergüenza simplemente por contarlo, lo llamo repulsa enmudecida, tenemos tanto miedo que tratamos de no verbalizarlo. 
Cuando escuchamos en las noticias que una de nosotras ha desaparecido en el transcurso de su vuelta a casa o se confirma un hecho de estas características se representa en la mirada de cada una de nosotras el miedo. 
Quién no ha pensado alguna vez en llevar en su bolso un spray de gas pimienta o quién no ha barajado la posibilidad de aprender técnicas de defensa personal. 
Hasta hace unos seis meses solía ir a andar/correr por un precioso parque de la localidad donde resido. No he vuelto a ir desde un día en el que a pesar de estar acompañada por un tiarrón de complexión fuerte vi a un varón de unos 35 años dándose placer a si mismo observando a las niñas,  jovencitas y maduritas que allí nos encontrábamos. Recuerdo también algún episodio de cuando era tan solo una niña y mi abuelo dejó atrás sus modales y buena educación para advertirle a un pervertido sobre las consecuencias que iba a sufrir su cráneo si no dejaba de observarme de aquella manera. 
Años después he aprendido a lidiar con la energía del abuso, esa que practican aquellos que nos ven como si fuéramos inertes. 
Podríamos hablar de los amigos de nuestros padres o hermanos, del pescadero del barrio o de aquel notario que llevó el asunto de la herencia del tío Aquilino, hombres, qué digo hombres, seres, que pueden pasar inadvertidos pero resultan intimidantes en su trato hacia las mujeres. Algunos de ellos disponen incluso de tarjeta de visita, sí, ese amigo que tiene mermadas sus capacidades intelectuales y te dice: Este es Miguel, es un salido pero hay que quererle así...
Explicadme a mi qué tipo de destrozo mental hay que sufrir para que la droga de moda entre los jóvenes, o sea, la generación del futuro sea la burundanga, término popular de la escopolamina. Esta droga anula la voluntad de quien la ingiere para así poder cumplir la necesidad imperiosa de estos seres de dejar en evidencia sus mermadas capacidades intelectuales citadas anteriormente.
No quiero dejar pasar la oportunidad de recordarles a estos engendros que existen lugares llamados prostíbulos donde además de negociar qué tipo de relaciones sexuales quieres llevar a cabo (otorgándoles de manera muy ligera la capacidad de negociación) disponen también de un cuarto de baño en el que poder lavar a su adorado dios el pene y de paso o por casualidad su mierda de conciencia. En estos lugares, vosotros, engendros, podréis también orinar sobre el cuerpo desnudo de una mujer, defecar en su boca, maniatarla, usar mordazas, látigos y todo lo que se os pase por ese cerebro tan vuestro de mutuo acuerdo y a través de una compensación económica previa. Os hablo también de las scorts mujeres de compañía que pueden ayudaros a cumplir vuestros complejos sexuales en cualquier rincón del planeta desempeñando el papel que siempre habías imaginado. Fijaos si es amplia la gama de relaciones libres, que hay quien estaría dispuesta a hacerlo bajo su propia voluntad sin la necesidad de pasar antes o después por el cajero.  
Una pregunta, qué éxito es aquel que se obtiene bajo la intimidación, la violencia y el abuso. Cómo de saciente es destrozar la vida de alguien hasta el límite de hacerle plantearse cuánta culpa corre de su cuenta. Por qué no acabas con tu vida y no con la de ella. Verdugo.
Llegados a este punto sólo puedo desear vuestra extinción como parte del colectivo declarado seres humanos y a sabiendas de que esta súplica no es mas que otro imposible, exigir a las autoridades competentes la difusión de vuestras imágenes, la ayuda psicológica a las víctimas y condenas ejemplarizantes en las que caiga sobre vosotros todo el peso de la ley. 
Me despido con la esperanza de que Diana regrese a casa sana y salva como reza su hermana, Valeria, en una carta que nos escribió ayer a cada uno de nosotros.






sábado, 20 de agosto de 2016

El conjuro.








A mí dame una piedra, amor, que me gusta tropezar. Una piedra a la que acudir cuando quiera conjurar el infinito.



Besos de acantilado.









Madrid. Año 2016.

Hace un calor sofocante digno del pleno mes de agosto en el que nos encontramos. Acabo de salir del caldero de agua que tengo como piscina y he pensado que hoy es un buen día para tener un accidente. El accidente de las bocas se llamaría, ya veo los titulares: Dos adultos de entre 30 y 40 años se han arrollado mutuamente en un impulso irrefrenable por salvar un tiempo pasado que se les vuelve incesantemente presente.
Sería genial que ocurriera.
Que me atropelles la boca, no, que colisiones contra mi boca, que te estampes, que explotes en mis labios. Y si tengo que recrear el accidente perfecto acudirá como testigo el reflejo de la sal del mar en tu hombros.
Sabes ya dónde será nuestro accidente? Allí, en el borde de mi acantilado, admirando la inmensidad del mar en tus ojos, bañándonos de lluvia, porque en ese accidente el mundo llorará con nosotros de felicidad, lameremos el sinfín de cicatrices que ha causado en nosotros el paso del tiempo y absorberemos el aliento del otro para salir de allí más vivos que nunca.
Yo prometo no moverme. Permanecer quieta observando cómo descarrilas y te diriges hacia mi completamente seguro de querer atropellarme.